Aparte del valor literario de la novela,el autor debería ser considerado, si no el único, uno de los padres del pensamiento pacifista actual; su retrato de lo tontos que son los enfrentamientos es increíble. Sin decirlo de forma directa, describe las guerras como los delirios de un puñado de militares alocados que no saben qué hacer y se dejan influir por los demás. Por ejemplo, uno opina que deberían ir a la guerra contra Serbia, los demás le dan la razón, y él, por no retractarse o ser tachado de cobarde, se ve obligado a seguir a "esos" demás. En definitiva, nadie desea la guerra, pero nadie se atreve a decirlo, y se hace. Todo el libro es un manifiesto en contra de ella.También destaca el sentimiento anticlerical del autor, que tacha a los curas de interesados y borrachos o, en el extremo opuesto, de integristas, inflexibles y locos.
Por otra parte, la obra es un continuo ejercicio del sentido del humor, ya que Schewjk, el narrador de la historia, presenta todo de una forma tan inocente y tan sin malicia que aumenta la fina ironía que envuelve todo el relato; y en esa aparente "inocencia" se esconde la gracia de las situaciones. Además Hasek es capaz de describir los escenarios de una forma natural, fluida y los cambios de temática, escenario y personajes apenas se perciben.
Por último, se debe destacar la gran capacidad del autor para encerrar al lector en la narración: sin saber cómo, de pronto, uno se encuentra en el final de la novela y, por supuesto, riéndose. Esta capacidad que poseen algunos escritores es la que hace que sus novelas sean clásicos de la literatura universal, como lo es, merecidamente, esta.
En definitiva, una novela narrada con maestría, nunca aburrida, que produce una permanente sonrisa con su ironía, en apariencia "simple", y que engancha nada más empezar a leerla; aparte de ser una obra moralmente reivindicativa de unos valores necesarios.
Santiago Piñeiro Edreira 1º de Bach. B